3) La consiguiente formación del comercio
A medida que va evolucionando la división del trabajo se va formando, pues, la actividad comercial, o sea, el intercambio de bienes y servicios entre los diversos miembros de la sociedad.
Sabemos que cada uno de esos miembros está especializado en alguna actividad según su natural aptitud. Imaginemos que D, E y F son los elementos que cubren las necesidades prioritarias y que los miembros de esa sociedad son Adriana, Hans y Christian. Adriana tiene facilidad para producir D; Hans facilidad para producir E y Christian facilidad para producir F. Adriana, por lo tanto, puede poseer grandes cantidades de D, mientras posee muy poco o nada de E y F. Para Adriana, la utilidad marginal de D es muy baja mientras que la de E y F es muy alta. Su deseo de poseer E y F es alto y por supuesto no tendrá inconveniente de cambiarlos por D, ya que posee una enorme cantidad del mismo.
Con los otros miembros, Hans y Christian, el proceso es recíproco. Surge, pues, el intercambio de D, E y F entre Adriana, Hans y Christian como consecuencia natural de la división del trabajo. Los tres satisfacen sus necesidades con el método menos costoso posible, o sea, economizan sus recursos. Adriana posee ciertas cantidades de D, E y F mucho más fácilmente que si que si ella misma se hubiese puesto a fabricar E y F además de D.
Cada uno de ellos, por otra parte al efectuar el intercambio, valora más lo que recibe que lo que entrega, esa es la razón por la cual se realiza el intercambio, se obtiene una ganancia con la acción efectuada con lo cual la nueva situación es más satisfactoria que la anterior.
Esto nos muestra el error de la llamada “ley de reciprocidad de cambios” según la cual habría una igualdad de valores entre los objetos a intercambiar para que se produzca el intercambio. Como hemos visto, éste es impulsado precisamente por la desigualdad de valoraciones individuales acerca de los bienes que se intercambian, cosa que se deduce de los axiomas praxeológicos.
Hemos visto en este esquema, pues, al comercio en su intimidad, analizando su esencia y las fuerzas que lo engendran. En última instancia siempre encontraremos las causas últimas del proceso en el axioma praxeológico básico: el deseo del hombre de mejorara de estado con su acción.
Queda claro que sólo nos hemos referido hasta ahora al intercambio directo: el trueque. Analizaremos detalladamente el intercambio indirecto en el capítulo III.
Por Gabriel Zanotti