El avance del Barómetro de abril del CIS ofrece ciertos datos sobre adscripción ideológica y recuerdo de voto que llevan a preguntarse si tiene sentido que algunos sigamos calificándonos como liberales, sin más. Pero antes de entrar en el análisis de dichos datos, permítanme un preámbulo.
Que los liberales están divididos es una realidad. Muy resumidamente, hay liberales (liberal-progresistas) que defienden una libertad absoluta con la única limitación del principio de no agresión, mientras que otros liberales (liberal-conservadores) creen que sin ciertas restricciones de origen moral, en ocasiones sancionadas legalmente, la libertad se autodestruye. Como señaló Hayek: “Aunque parezca paradójico, es probable que una próspera sociedad libre sea en gran medida una sociedad de ligaduras tradicionales.”[1] No en vano, este autor, uno de los grandes pensadores y economistas liberales del siglo XX, cita favorablemente, en numerosas ocasiones, a Edmund Burke, a su vez uno de los padres del pensamiento…
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