No ha existido un Estado en el transcurso de la historia de la humanidad que no se haya autoproclamado a través de sus leyes, ferviente defensor de la justicia. Sin embargo, paradójicamente, lo que ha imperado en el escenario de las sociedades humanas, es precisamente todo lo contrario: La injusticia, causa principal de calamidades tales como las guerras, la miseria, la discriminación y el sufrimiento de los pueblos.
¿Quiere esto decir que las leyes son dañinas, innecesarias e incompatibles con la existencia y desarrollo de la comunidad humana?
No, en lo absoluto. La existencia misma de la innegable e ineludible diversidad humana, presupone la presencia de normas que garanticen por igual la protección de los derechos naturales e inalienables de los seres humanos, condición sin la cual no sería posible la continuidad existencial, armoniosa, próspera y por ende feliz, de las sociedades humanas. El problema radica en la fuente creadora…
Ver la entrada original 495 palabras más